jueves, 4 de octubre de 2012

Pónselo tú,siempre nos hemos entendido


Que a mí de versos no teneis que decir nada,
que hace tiempo que escribo los míos.
Que yo también la veo. Que cuando ella cruza por debajo del cielo solo el tonto mira al cielo. Que sé como agacha la cabeza, levanta la mirada y se muerde el labio superior. Que conozco su voz en formato susurro, y formato gemido y en formato secreto.
Que me sé sus cicatrices, y el sitio que la tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas, y la forma que rozar las cuerdas de una guitarra. Que yo también he memorizado su número de teléfono, pero también el numero de sus escalones, y el numero de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.
Que no sólo conozco su última pesadilla, también las mil anteriores, y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada, porque tengo más deudas con su espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo). Que sé la cara que pone cuando se deja ser completamente ella, rendida a ese puto milagro que supone que exista. Que la he visto volar por encima de poetas que valían mucho más que estos dedos, y la he visto formar un charco de arena rompiendo todos los relojes que la puso el camino, y la he visto hacerle competencia a cualquier amanecer por la ventana: NO ME HABLEN DE PAISAJES SI NO HAN VISTO SU CUERPO.


Que te entiendo. Que yo escribo sobre lo mismo. Sobre la misma. Que razones tenemos todos.
Pero yo, muchas más que vosotros.

domingo, 19 de agosto de 2012

Contigo siempre es verano


Entonces llegará un día en el que te canses de mí, en el que no te pongas ni un poquito nervioso antes de verme ni pienses en como me vas a recibir y no sonrías cuando me veas delejos. Llegará un día en el que no te muera por besarme ni estés esperando cualquier momento para hacerlo. Llegará un día en el que te canses de mí, de mis manos, de mi olor, de mi pelo, de mis caricias, de mis sueños, te cansarás de mis maneras aniñadas y mi madurez en potencia. No estaré en tu cabeza ni en el futuro, ni en el pasado, ni en los recuerdos. Te cansarás de mí y de mi adicción hacia ti. Ya no te harán tanta gracia mis pequeñas costumbres, ni te divertirás haciéndome rabiar o llevándome la contraria porque sí. Ya no me mirarás de esa manera tan tuya y no me esperarás como a un día de sol. Te cansarás de mi calor, de mi piel, de mi llamadas y de mis fantasías. 
Dejaré de hacerte sonreír hasta en el día más negro, empezará a llover y volverá el invierno.